El pasado curso se implantó en la Universidad de Alicante el grado de Medicina. Los debates que en torno a dicha implantación se generaron por parte de diferentes organizaciones e instituciones, no siempre con argumentos firmes y evidencias científicas que avalasen el rechazo que planteaban, lograron impedir la aprobación del mismo por parte de todos los organismos competentes.
Fue un proceso largo que supuso un importante esfuerzo del equipo de dirección de la Universidad de Alicante (UA), tras la gestión iniciada por el anterior equipo, para conseguir que dicha titulación se incorporase nuevamente, tras su adscripción a la Universidad Miguel Hernández (UMH) por las razones que todos conocemos y que provocó una herida que costó muchos años en cicatrizar.
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En ningún caso se trató de una vendetta o de un reto de la UA hacia la UMH, como se trató de vender a la opinión pública de manera totalmente inapropiada y alejada del más elemental comportamiento académico por parte del rector de la UMH en repetidas ocasiones, tratando de generar presión para que no se aprobara. La UA y su equipo de gobierno actuó, en todo momento, con exquisito comportamiento ajustándose escrupulosamente a la legalidad vigente.
Los argumentos sobre la idoneidad o no de un nuevo grado, en base a la necesidad o no de un aumento de plazas docentes tal como se argumentó, quedaron igualmente deslegitimados si tenemos en cuenta que la propia UMH renunció a un aumento del 10 % de plazas que se le ofreció de manera previa a la autorización del grado en la UA.
La duplicidad de titulaciones que se esgrimió tampoco tiene consistencia porque ni es la primera titulación que se imparte en ambas universidades ni posiblemente será la última. Si fuese esta la razón, deberían anularse igualmente las titulaciones que de manera duplicada se han ido implantando en la UMH, cuestión que nunca se planteó. ¿Por qué entonces con el grado de Medicina?
Ante la debilidad de los argumentos esgrimidos se desestimaron todos ellos incluso por parte de la Abogacía de la Generalitat Valenciana. La UMH optó por interponer demanda en los tribunales solicitando la nulidad de autorización no sin antes verter públicamente afirmaciones impropias de un rector con la clara intención de intimidar.
A pesar de todo este ruido mediático, con alarmas inexistentes, ilegalidades imaginarias, victimismos fingidos… la coherencia y la razón se impusieron y el grado de Medicina inició su andadura en la UA.
Nada reseñable, al menos conocido, hasta que, en plena canícula estival, con inicio del periodo vacacional y a la espera de la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, prevista para la primera quincena de septiembre, las evidentes intrigas palaciegas se concretaron con el anuncio de un allanamiento por parte del Consell ante las pretensiones de la UMH y en contra de la propia Abogacía.
Todo ello en puertas de unas elecciones a rector/a de la UA que hacen que las sospechas pasen a ser, cada vez más, claros indicios de sucias maniobras tendentes a lograr unos resultados que, parece ser, dudan alcanzar desde la ética y la estética de sus comportamientos.
Por su parte, el Consell en un incomprensible giro que alimenta igualmente sospechas se posiciona en contra de la UA, con una decisión que si no fuera por la gravedad de la misma quedaría en el ámbito de una ocurrencia. Ocurrencia a la que se le ha denominado campus interuniversitario de manera unilateral o cuanto menos sin el necesario y deseado consenso ante semejante precipitada y oportunista propuesta.
No se trata pues de un litigio legal, ni tan siquiera de una disputa académica. Estamos ante un claro atentado con premeditación y alevosía a la dignidad y autonomía de toda una comunidad universitaria que debe ser contestado desde la firmeza, la razón, el compromiso y la implicación de cuantas/os formamos parte de la misma. Ni el estudiantado, ni el profesorado, ni el personal técnico, de gestión y de administración y servicios, ni la ciudadanía de Alicante, tienen la culpa de unas disputas que nadie más que quienes las generan entienden por cuanto les interesa.
Trasladar el enfrentamiento, la descalificación, la mentira… de la política actual, a la universidad y a la sociedad en general sitúa a quienes lo hacen en el lugar de mediocridad en el que se han instalado y desde el que tan solo actúan para alcanzar intereses oportunistas y rentistas en contra del verdadero interés general de Alicante y sus instituciones más representativas como la UA.
Sigo teniendo plena confianza en la justicia, pero sin duda la sentencia que se dicte, sea cual sea, se verá irremediablemente empañada por las presiones y estrategias de quienes quieren interferir tendenciosamente en ella.
No nos merecemos a este tipo de decisores. n
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